Miércoles, 09 Junio 2021 14:38

Vereda sur de Antofagasta

Escrito por

La perla de Barrancas 

Comercio, trabajo, vida cotidiana, recreación y cultura

 

En su vereda sur se encontraba la carnicería de don Lucho Pérez, el almacén de la señora Esmeralda, la casa Rosita, la librería Santa Teresita, el almacén y despacho de abarrotes de don Pedro Ortega, el emporio el Económico de don Moisés Figueroa, el restaurante No me olvides ( de las recordadas pillas?), el emporio el Vencedor de don Evaristo Maldonado, el almacén de doña Auristela, la panadería la Española de inmigrantes españoles (Pablo Mugarja, José Solé y Joaquín Fernández),

En las calles aledañas a Antofagasta se encontraban los monumentales edificios de la cooperativa de obreros y empleados de la extinta Emporchi (Empresa Portuaria Chilena) en donde se distribuían alimentos, carnes, verduras, frutas y abarrotes, también se vendían zapatos y ropas; existía una peluquería donde el inolvidable maestro José Soto cortaba el pelo con sus especialidades de: corte de pelo para caballeros, corte de pelo redondo, corte escolar y niños, además, de servicio de barbería para caballeros. La otra magna construcción es el edificio llamado el Buque (calle Maestranza con Lautaro), aquí estaba instalada la botica de don Remigio, la pensión de las Norambuena y más arriba del Buque  en la intersección de calle Maestranza con Tarapacá se ubicaba el cine Moderno, que entretenía a los adultos, jóvenes y niños en sus tres funciones (matineé, vermuth y noche), siguiendo hacia arriba la confitería el Roxi de propiedad del señor Reina Espinoza.

La calle Copiapó, la calle de la joda, vida nocturna y lujuriosa, que amenizaba El cabaret el sol (la recordada y bien ponderada tía Adelina), casa de citas de la ilustrísima señora Mercedes León entre Copiapó y Pudeto, y la quinta de recreo Doñihue, en donde sus sirenas sedientas de amor, pasión y locura atrapaban a los obreros urbanos portuarios quienes recién pagados o con el suple del día quince. Cabe destacar que en calle Tarapacá se encontraba la sede del club deportivo y social Español, fundado por el inmigrante español Joaquín Boneé, reconocido combatiente republicano.

Este ha sido el recorrido histórico del pasado de calle Antofagsta, si Antofagasta es la perla del norte, la calle que lleva su nombre en San Antonio, fue, es y será la perla de Barrancas, por siempre y para siempre.

Sociedad de Historia De San Antonio   

 

 

Miércoles, 09 Junio 2021 11:58

Población Canteras

Escrito por

Población Canteras

 

A solo 5 minutos del centro de la ciudad, en lo alto del cerro panul, camino a la vecina localidad de Cartagena se encuentra una de las poblaciones más antiguas de San Antonio. La población Canteras, conocida por su privilegiada vista al Océano Pacífico posee una historia que la relaciona fuertemente con los inicios del desarrollo portuario moderno. De allí su nombre, ya que su configuración poblacional se estructuró en base a los trabajos de la extracción de piedras que fueron fundamentales en la construcción del enclave portuario de la zona.

La revista Pacífico Magazine, en 1915 indicaba que hacia el costado norte, entre San Antonio y Cartagena, a la orilla del mar, se levantan cerros de enrocados, de los cuales se extrae la piedra apropiada para los diversos trabajos del puerto. En la misma línea, la agrupación Raíces del Puerto de San Antonio agrega que las canteras ubicadas en la actualidad a unos dos kilómetros al norte de la bahía del puerto, representan el primer escenario laboral asociado a la actividad portuaria.

Los trabajadores de este sector estaban cifrados entre los 250 a 300 trabajadores en los primeros años de la actividad portuaria, los cuales se establecieron en una pequeña ciudadela a orillas de la línea férrea que se abría paso por la costa. Al igual que en Barrancas y otros núcleos poblacionales, el desarrollo demográfico local incentivó el surgimiento de habitaciones obreras para trabajadores que ante la demanda laboral llegaron a la costa provenientes, muchos de ellos, desde el valle central chileno.

El desarrollo organizacional de los trabajadores portuarios hacia la década de 1950 motivó el surgimiento de cooperativas habitacionales en San Antonio, de esta forma los habitantes del sector de las Canteras organizaron el establecimiento oficial de la población a principios de la misma década, conformando así la Unidad Vecinal nº1 de San Antonio construyendo nuevas casas, ahora en lo alto del cerro panul. Esto fue progresivo, incluso habitantes de la época indican que se establecieron primeramente a orillas de la línea del tren quienes estaban casados y después los obreros solteros en lo alto del cerro. Con el pasar del tiempo, toda la población terminó por establecerse en lo alto, especialmente los descendientes de los primeros trabajadores, quienes también se dedicaron a labores portuarias. Hasta el día de hoy es posible identificar algunas familias que datan de mediados del siglo XX.

De esta forma, se inició un alto desarrollo de comunidad, el cual se tradujo en la conformación de la organización vecinal y en la multiplicidad de actividades comunitarias que otorgaron identidad de barrio por largos años. Festividades como navidad y fiestas patrias representaban momentos de gran participación vecinal, ya que se organizaban, durante varios días, actividades tales como juegos típicos, actividades deportivas como los partidos entre solteros y casados, bailes y la entrega de juguetes para todos los niños de la población. En el ámbito religioso, los mismos pobladores iniciaron algunas misas en la primera sede construida en el lugar y a la cual llamaban a los feligreses tocando un trozo de riel como campana. Posteriormente, hacia la década de 1980 construyeron la capilla de la “virgen del mar” ubicada hasta el día de hoy cerro arriba.

En las fiestas de fin de año, era actividad obligada a inicios de diciembre el adornar las casas y los postes con guirnaldas, banderines y otros adornos que cruzaban por la calle Canteras de inicio a fin. Los trabajadores portuarios y relacionados al sector pesquero conseguían diversos artefactos para constituir pequeñas celebraciones pirotécnicas populares que demostraban tanto la cooperación de todos los pobladores como la noción de festividad fuertemente arraigada. Junto a esto, una tradición hoy casi extinta era la de preparar ponches, comidas y bailes en el living de cada casa, en donde todas las familias abrían las puertas de sus hogares para que los vecinos pasaran dando el abrazo de año nuevo y así recibirlos de la mejor forma posible.

Entre otras características de comunidad es importante de mencionar el aprovechamiento de las napas subterráneas, las cuales hasta el día de hoy son fuente de agua natural que brota en partes del cerro. Los pobladores de Canteras se organizaron para canalizar el recurso hídrico con la instalación de una bomba y la construcción de una red que distribuía el agua por las casas de la población. Entre los vecinos, se turnaban para el mantenimiento de este sistema y para llevar el cobro de los gastos que esta demandaba entre todos los habitantes del sector.

También importante fue el establecimiento de una pequeña escuela básica, hoy desaparecida, en la cual se educaron muchos de los hijos de los trabajadores portuarios que habitaron el sector. Esta estuvo a cargo de la profesora Alba Enoch, quien hasta el día de hoy vive en la población y conserva algunos libros de la pequeña biblioteca que alguna vez existió. Varias generaciones pasaron por la enseñanza comunitaria brindada en este espacio.

Hoy en día estas actividades son parte de un pasado cargado de comunidad y ayuda mutua, de infancias que crecieron jugando en toda la extensión del cerro y los roqueríos de la costa, de familias que se constituyeron en una verdadera comunidad y de viejas costumbres e identidades que hoy en día han dejado de estar tan presentes como antaño. También la configuración de la población ha cambiado. Muy pocos habitantes se dedican a la actividad portuaria y muchos nuevos vecinos han llegado de otros lugares de la zona y el país para establecerse en una población que sigue siendo un espacio cargado de tranquilidad y que, a pesar del paso de los años, jamás ha dejado de cautivar con su privilegiada vista al mar a sus habitantes y a quienes hacen un alto en el camino.

Sociedad de Historia De San Antonio   

 

Miércoles, 09 Junio 2021 11:00

Calle Antofagasta

Escrito por

Comercio, Sociedad e Inmigrantes

Vereda norte y alrededores (1930 – 1950)

En la vereda septentrional calle mucho más larga en extensión se encontraba la peluquería del señor Villalón, la sede del Club San Luis, la verdulería del guatón Pirulí, la verdulería de las hermanas Carrasco. Seguidamente se ubicaba la denominada: “Casa del Pueblo” ; lugar de pensamiento, reflexión y toma de decisiones de las agrupaciones de izquierda (anarquistas de la IWW, socialistas, comunistas y socialdemócratas), también punto de reunión de Las Sociedades de Resistencia, Mutuales y Cooperativas del quehacer portuario. Al lado, se encontraba el Restaurante  El Democrático, espacio de recreación de la baja sociedad civil portuaria, donde era muy común la comida típica como: el caldo de patas, el catetete, el perol, el bistec a lo pobre, el Pancho Villa (porotos, carne, longaniza y huevos) acompañados por mosto de chuico al litro y por botella de viña con patente.

Llegaron a la mítica calle Antofagasta inmigrantes árabes, mal llamados turcos, tales como Sirios, Libaneses, y Palestinos, que se dedicaron al comercio de abarrotes, géneros, prendas de vestir y artículos de bazar. Entre éstos se encontraban la tienda de don Abraham Cobaise (oriundo del Líbano), el almacén de novedades La Palestina de la familia Jodre. También estaba la fábrica de helados de la familia Amado (originarios de Siria), el emporio de don Pedro Dip Massú y de su distinguida esposa la señora Marta Mahoma de Dip (provenientes del Líbano), cabe consignar que la hija mayor de don Pedro Dip, sería diputada por el distrito de San Antonio en el periodo 1965-1970.

Siguiendo por la vereda norte, se ubicaba la verdulería de doña Blanca Román, madre del futuro abogado y juez de policía local don Ramón Espinoza Román. Esta familia es el mejor ejemplo de la movilidad social de los sectores medios en Barrancas. Pegada a esta verdulería se encontraba la sede de la Cámara de Comercio, en los altos de este edificio residía la familia Mira. Más allá estaba el almacén de la madre del querido fotógrafo barranquino Alberto Silva, sería importante dimensionar la cantidad de eventos sociales que inmortalizó, por medio de la fotografía en cumpleaños, bautizos, desfiles y matrimonios, además de ceremonias escolares. Hoy le sigue sus pasos su hijo Néstor Silva, dueño del estudio de fotografía Cima. En el mismo lado se localizaba la carnicería de don Julio Rubio, denominada “La sin envidia”. Aledaña a ella se ubicaba el salón de belleza Olguita. A continuación se encontraba el depósito de licores y conventillo estilo citeé francés de don Cayetano Toro, el restaurante y reparto de viandas Don Fausto. La casa habitación de don Sósimo Pardo, reconocido contratista de obras civiles. También, era posible ubicar el conventillo de los Hernández, la casa de la señora Teresa Baeza, los departamentos de arriendo de don Sixto, la casa del reconocido constructor civil don Juan Astete Herrera y la visitada gruta de la Virgen de Lourdes de propiedad de la Iglesia Católica de Barrancas, terminando en ese sector el casco antiguo de Barrancas, específicamente en el Bajo del Diablo, hoy calle Independencia con esquina Curicó, límite de la otrora hacienda de Llolleo de propiedad de la familia García-Huidobro Fernández.

Sociedad de Historia De San Antonio  

 

 

 

 

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